
Murió Alfonsín. Y da pena. Las muertes en general dan pena, inspiran sentimientos bondadosos hacia aquellos que la padecen. Porque la muerte se padece es que todos parecen verse en la obligación de “embellecer” al muerto.
No es el caso, no hace falta, Raúl Alfonsín tuvo suficiente mérito para lograr el merecido lugar en la historia argentina, no merecía una puesta en escena exagerada y sobredimensionada.
La historia nos presenta la ventaja de poder valorar los hechos despojados de pasiones y golpes de efectos de nuestra vida política. Con el regreso de la democracia, privilegiando la institucionalidad y respetando el veredicto de los derechos cívicos, Alfonsín fue, aunque la mayoría de los argentinos no lo advirtamos, un contribuyente de la causa de los trabajadores.
Nadie mejor que los trabajadores, en especial los sindicalizados sabemos lo que representaron los tiempos de dictadura: pérdida de derechos individuales y colectivos, desindustrialización, persecución y muerte. También fue protagonista, al mismo tiempo, de la mayor ilusión y desencanto que viviera la historia contemporánea de nuestro país.
Sociedad rural, Militares, poder económico, medios de comunicación se encargaron de vendernos el Alfonsín que no fue, el del bronce, el que sirve para erigirlo en estandarte perfectamente oponible a un gobierno del que intentan deshacerse con medios poco democráticos.
Costó ver, durante esos días, imágenes o testimonios del Alfonsín de la hiperinflación, el arquitecto del pacto de olivos, el que podía acompañar de atrás porque ya no ganaba elecciones. Porque? Si quizás ese sea el más necesario hoy.
El cabeza dura que privilegiaba la democracia al éxito electoral, el que se enfrentó a todas las corporaciones aun desinteligentemente, el que murió pensando en la construcción política y en la vigencia y reconstrucción de su partido político, el que descreía de los oportunistas. Ese ejemplo es necesario, en tiempos de la shoppinizacion de candidatos.
Alfonsín era Alfonsín, qué duda cabe, con todas sus circunstancias. No había necesidad, no hacía falta que nos digan lo que no es. En definitiva Alfonsín es parte de la historia, a pesar de la opinión publicada, y los que creemos que nuestro país va a despegar con más práctica política, lo vamos a extrañar!!
No es el caso, no hace falta, Raúl Alfonsín tuvo suficiente mérito para lograr el merecido lugar en la historia argentina, no merecía una puesta en escena exagerada y sobredimensionada.
La historia nos presenta la ventaja de poder valorar los hechos despojados de pasiones y golpes de efectos de nuestra vida política. Con el regreso de la democracia, privilegiando la institucionalidad y respetando el veredicto de los derechos cívicos, Alfonsín fue, aunque la mayoría de los argentinos no lo advirtamos, un contribuyente de la causa de los trabajadores.
Nadie mejor que los trabajadores, en especial los sindicalizados sabemos lo que representaron los tiempos de dictadura: pérdida de derechos individuales y colectivos, desindustrialización, persecución y muerte. También fue protagonista, al mismo tiempo, de la mayor ilusión y desencanto que viviera la historia contemporánea de nuestro país.
Sociedad rural, Militares, poder económico, medios de comunicación se encargaron de vendernos el Alfonsín que no fue, el del bronce, el que sirve para erigirlo en estandarte perfectamente oponible a un gobierno del que intentan deshacerse con medios poco democráticos.
Costó ver, durante esos días, imágenes o testimonios del Alfonsín de la hiperinflación, el arquitecto del pacto de olivos, el que podía acompañar de atrás porque ya no ganaba elecciones. Porque? Si quizás ese sea el más necesario hoy.
El cabeza dura que privilegiaba la democracia al éxito electoral, el que se enfrentó a todas las corporaciones aun desinteligentemente, el que murió pensando en la construcción política y en la vigencia y reconstrucción de su partido político, el que descreía de los oportunistas. Ese ejemplo es necesario, en tiempos de la shoppinizacion de candidatos.
Alfonsín era Alfonsín, qué duda cabe, con todas sus circunstancias. No había necesidad, no hacía falta que nos digan lo que no es. En definitiva Alfonsín es parte de la historia, a pesar de la opinión publicada, y los que creemos que nuestro país va a despegar con más práctica política, lo vamos a extrañar!!
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