En 2009 la historia volvió a repetirse. Mucho se dijo de la cancelación del contrato que unía a la AFA con la eternamente sospechada empresa Torneos y Competencias –TyC-, mediante la cual el Estado asumiría un compromiso de 600 millones de pesos anuales iniciales para quedarse con los derechos de la televisación del Futbol. Así las cosas resulta difícil no celebrar una medida que promociona el “Fútbol para todos” y rompe un contrato del cual todos los actores involucrados, a excepción de la empresa productora, se perjudican.
Probablemente estemos discutiendo esta decisión por el insoslayable contexto en el que se toma y porque, particularmente, el gobierno nacional nos tiene acostumbrados a “meter mano” en las cuestiones de estado revisando nuestra historia reciente.
No hay que ser demasiado sagaz para entender que este arrebato encuentra en el desbocado conflicto con Clarín una buena razón de intervención para el gobierno. El proceso de concentración mediática también había llegado al Futbol de la mano del eterno Julio Grondona quien quizá, a través de los contratos de televisación y sin saberlo aunque aspirándolo, haya comenzado desde ese momento a ser el indiscutido “mandamás” del Futbol Nacional.
Claro que eran otras las circunstancias, y de eso si que sabe el Presidente de AFA. Supo ser protagonista de la depuración de los dirigentes de futbol en la AFA durante la dictadura militar, lugarteniente dilecto del tenebroso Almirante Lacoste, la cara elegida por los militares para limpiar al Futbol de Política. Como un buen gendarme de los intereses de turno, eficientemente contribuyo en esos tiempos a que el Futbol, mas que un deporte, es la pasión de las mayorías, tuvieran garantía de silencio de manera de no alterar el orden dictatorial. Con el advenimiento de la democracia supo acomodar los melones en su carro, se venia el tiempo de la política y Grondona resolvió la encrucijada; el riesgo de su salida fue sofocado con el golpe económico en el futbol, la privatización de la comercialización del deporte mas popular de la Argentina, silenciaba con dinero a todo dirigente que osara salir del esquema del Presidente.
Con esta música de fondo, la decisión del Gobierno es, al menos, una “gambeta rara”. La principal razón es que quien firmó el contrato de privatización es el mismo que hoy acude a la “soberanía popular” de ver todo y cada partido que ande por ahí, con el argumento justiciero que al Futbol espectáculo le faltan ingresos que la empresa que el mismo inventó, 25 años atrás, no es capaz de resignar. Es raro que a Don Julio se le escapen algunos números, el que con su profesión de comerciante supo de tanto éxito y ascenso personal.
En marzo de 2003, la AFA, solicitó al entonces presidente Eduardo Duhalde dar solución al grave problema de la deuda previsional que tenían los clubes, cercana a los 150 millones de pesos. Como siempre, hubo respuesta, que gobernante en su sano juicio permitiría que la pelota no ruede? El 20 de mayo, a cinco días del traspaso del poder a Néstor Kirchner, Duhalde, firmó el decreto 1212/2003, a través del cual se modificaba el régimen previsional para las entidades con fútbol. De esa forma el Estado saldaba las deudas que los clubes mantenían con el Instituto de los Recursos de la Seguridad Social
El cambio benefició a los clubes, que necesitaban ponerle fin a sus propios problemas financieros. En ese entonces muchos se preguntaron: ¿cuándo terminaría de cobrar la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) la deuda con un porcentaje tan bajo de retención (0.5 % sobre los ingresos por derechos de TV, recaudaciones y transferencias de jugadores)?
En aquel entonces el fútbol se convertía en un tema de Estado y con la complicidad del poder político y económico buscó tapar los errores que el deporte, que mueve millones de dólares al año, no pudo o no quiso solucionar por sí solo.
Seis años después de ese “salvataje” volvimos al mismo estado de situación: “los clubes están endeudados” dijo el polémico Julio Grondona (para muchos el real culpable de la mala administración de los clubes). Días después la AFA rompe el contrato con TyC.
De ese modo el Estado, a cambio de 600 millones de pesos al año, se mete en el negocio del fútbol. Sin entrar en la argumentación de sectores de la oposición que hicieron del tema una postura meramente oportunista, si la pregunta que cabe hacerse es si este estado que recién esta en un periodo de reconstrucción, recuperando roles en áreas verdaderamente estratégicas debe entrar en la actual “timba” del Futbol.
La gambeta, fiel al paladar futbolístico de este gobierno, hubiera sido intervenir, claro que si, pero poniendo patas para arriba este entramado perverso que logra, por ejemplo; que a un puñado de dirigentes a poco de acceder a la directivas de los clubes, les cambie la suerte de por vida, o que las trasferencias de los futbolistas se presten a la retribución de favores de los garantes del negocio (Barras, seguridad, adicionales, representantes, periodistas especializados) mas que a reflejar el costo de los servicios de un jugador, o ni hablar de las bendiciones arbitrales “que ya van a venir”, siempre y cuando se garantice la continuidad del sistema.
Por eso que algunos nos molesta particularmente el costo de legitimar a un personaje que tuvo mucho que ver con la época mas oscura de nuestro pasado reciente y, a excepción de todos los demás aspectos de la vida nacional, que día a día no tiene problemas en acomodar su discurso de modo de sostenerse, “todo pasa”.
“El grupo Clarín también es parte de esta historia porque, en su momento, gracias al titular de la AFA, se quedó con el fútbol sin licitación, protegió a Grondona y a dirigentes de clubes sospechados de gravísimos casos de corrupción porque eran sus operadores dentro del sistema, para que los aumentos que el fútbol pidiese tuvieran el buen criterio de lo que Clarín quería pagar y no de lo que el fútbol necesitaba pagar.
Generaron transmisiones de radio por televisión, sin imagen, también para terminar con los otros medios”,
Víctor Hugo Morales Diario Perfil
Si el costo de tener libre acceso a la televisación de todos los partidos de cada fecha de cada campeonato y torneo (no olvidemos que la lógica empresaria introdujo hasta la “copa de leche” con tal de vender algún producto) es avanzar hacia una mayor degradación de valores, perdida de identidad y gravitación de los clubes, una dirigencia cómplice con la violencia estructural que convive con este maravilloso juego; que se que den con esto, El futbol será realmente para todos cuando saltemos hacia un cambio para que todo cambie y no para que todo pase, podamos verlo o no por TV.
Extraido de la revista "La respuesta" Nº 11